viernes, 30 de octubre de 2015

Cinco genocidas con pedido de captura fueron apresados el día de la elección.

Detuvieron a represores cuando fueron a votar el domingo

Intentaron ser tomados como simples jubilados que se acercaron a las respectivas escuelas para emitir su sufragio. Se sentían libres, impunes y con ganas de terminar de una vez por todas con esta etapa histórica que tanto los perjudicó. Al menos cinco represores que tenían pedido de captura por su rol durante el terrorismo de Estado fueron apresados el domingo en sus lugares de votación. La justicia los sorprendió, paradójicamente, en pleno acto democrático.

El genocida Bernardo Caballero, alias Ángel, imputado en la megacausa Campo de Mayo fue detenido por orden de la jueza federal de San Martín, Alicia Vence. Tenía pedido de captura pero no había sido localizado. Está acusado de actuar en El Campito, el centro clandestino de detención que funcionó en la gran guarnición castrense durante la represión. Fue trasladado a los tribunales de aquella localidad bonaerense donde el martes fue indagado. Se negó a declarar.

Por otro lado, por orden de Daniel Rafecas, titular del Juzgado Criminal y Correccional Federal Nº 3 de la Capital donde se investigan los crímenes en el Primer Cuerpo de Ejército, otros cuatro genocidas, integrantes del Ejército, fueron apresados el mismo día antes de elegir la boleta. Uno de ellos fue el coronel Eduardo Cubas que fue interceptado por la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) en una escuela de Bella Vista, Corrientes.

Los cuatro detenidos están imputados en la causa "Vesubio" por su rol en la masacre de Monte Grande que ocurrió en mayo de 1977. Se trató de un operativo en el que un grupo de 16 secuestrados fue trasladado a una casa de esa localidad para simular una reunión de militantes de diferentes organizaciones (un absurdo) y así justificar un supuesto "enfrentamiento". Todos fueron fusilados. Al igual que Caballero, los acusados tenían pedido de detención pero no habían sido ubicados por las fuerzas de seguridad con anterioridad.

Franco Mizrahi 29 de Octubre de 2015

viernes, 19 de diciembre de 2014

Tibias condenas por los crímenes en el ccd y e El Vesubio

El Tribunal Oral Federal N° 4 sentenció a los genocidas Jorge Crespi, Federico Minucucci, Néstor Cendón y Gustavo Adolfo Cacivio a la pena de prisión perpetua por su participación en el centro clandestino El Vesubio.

Los cuatro represores fueron condenados como co autores de los delitos de privación ilegítima de la libertad, homicidios, violaciones y tomentos. No obstante, el tribunal no hizo lugar a la solicitud de la querella de Justicia Ya!, que solicitó la condena por genocidio, a pesar de que el país ha incorporado tratados que hacen aplicable esa calificación. La decisión de evitar ese encuadramiento excede el plano jurídico. Un plan sistemático de exterminio encabezado por las Fuerzas Armadas que deja un saldo de 30.000 desaparecidos es un genocidio, si es que las palabras aun conservan algún valor. La resistencia judicial a darle ese encuadramiento a los crímenes de la dictadura implican un encubrimiento de la historia de nuestro país.

Por otra parte, el tribunal hizo lugar a la ampliación de acusación solicitada por homicidios, -entre ellos, los de Julio Diego Guagnini, hijo de la fallecida dirigente de familiares Cata Guagnini, y de Luis Pérez, de Vanguardia Comunista-, pero sólo aceptó incorporar dos casos de delitos sexuales de los once que fueron denunciados por los sobrevivientes en el curso del debate.

Por último, el TOF 4 decidió mantener la prisión domiciliaria de Minicucci y Crespi, a pesar de la solicitud de cumplimiento efectivo de condena en cárcel común. Uno de los genocidas acusados, José Faustino Svencionis, falleció pocos días antes del alegato de nuestra querella.

En el campo de concentración El Vesubio, participaron una centena de genocidas. El listado de represores fue entregado por los compañeros ex detenidos desaparecidos sobrevivientes a la Justicia a penas reiniciados los juicios por los crímenes de lesa humanidad. Sin embargo, entre el primer juicio por esta causa -que tuvo sentencia en 2011- y este que acaba de finalizar, fueron juzgados apenas once genocidas. El juez de instrucción a cargo, Daniel Rafecas, aún no elevó a juicio estas actuaciones por lo que un nuevo tramo de la causa, que se realizará en no menos de dos años.

La justicia a cuentagotas garantiza impunidad.
(apel)

sábado, 29 de noviembre de 2014

Juicio Vesubio II: Alegato de Justicia Ya!

La querella de Justicia Ya! que representa, entre otros, a la Asociación de ex detenidos desaparecidos, la Asociación Anahí y la AGD-UBA concluyó hoy el alegato donde pidió se condene a prisión perpetua por genocidio a Gustavo Adolfo Cacivio, Néstor Norberto Cendón y Federico Antonio Minicucci, en el marco del juicio Vesubio II.

El debate oral fue por 204 casos de compañeros detenidos desaparecidos que estuvieron secuestrados en el CCDTyE EL Vesubio ubicado en Ricchieri y Camino de Cintura.


Los abogados de la querella, Liliana Alaniz (APeL) y Mariano Delli Quadri (CADEP) requirieron condena por genocidio y manifestaron que los delitos sexuales son al igual que la tortura, la desaparición forzosa y el homicidio parte de los delitos que lo constituyeron.

Al mismo tiempo puso de manifiesto que es obligación del estado de dar cuenta de lo ocurrido con cada uno de los compañeros, resaltando que cuenta con las herramientas necesarias para proceder a la apertura de los archivos de la dictadura. “Abiertos los archivos, sabremos, quiénes fueron los responsables, donde están los hijos y qué ocurrió con los compañeros desaparecidos.”

En el cierre, se rindió un homenaje a la compañera Catalina Guagnini, fundadora de Familiares de detenidos por razones políticas y militante del Partido Obrero, quien murió en 2004, sin saber qué fue de su hijo Diego,  caso en este juicio, y en ella a todos aquellos que no cejaron en la lucha.

“Cata Guagnini  abrazó la causa y la militancia organizada en el socialismo revolucionario, mientras desplegaba su lucha decidida por las libertades y contra la opresión dictatorial, que le sustrajo no solo a Diego, sino también a su otro hijo, Luis.

 Pero nunca trazó una línea divisoria entre una y otra lucha. En definitiva, detrás del crimen, de la desaparición y de la tortura estaba un régimen social fundado en la explotación del hombre por el hombre.”, recordó Alaniz.

Destacando que durante la dictadura hubo una militancia activa que la enfrentó, homenajeamos a todos los luchadores obreros, socialistas y revolucionarios y a todos los militantes populares que la combatieron, por la independencia frente al Estado y la lucha contra la cooptación de los movimientos de derechos humanos.

Coronel Cacivio: “Acá yo soy el amo y señor de la vida”

Abrumadores testimonios durante el alegato de la querella por los juicios de lesa humanidad perpetrados en el centro clandestino de detención El Vesubio.

La Querella que agrupa a varias agrupaciones de derechos humanos, el jueves 20 de noviembre, acuso por delito de genocidio y pidió prisión perpetua para los imputados Gustavo “El Frances” Cacivio, Néstor “Castro” Cendón, Federico  Minicucci y Jorge Crespi  por 204 casos de detenidos desaparecidos que pasaron por el centro clandestino de detención y exterminio que se encontraba en Autopista Ricchieri y Camino de Cintura, conocido  como  El Vesubio.
El Vesubio  fue escenario de aberraciones inhumanas, que en un extraño y atroz modo justificaban su accionar en una especie de aleación que  fundía  una supuesta postura ideológica y con la exaltación por la fe cristiana sostenida en el antisemitismo, donde los abusos sexuales contra las jóvenes detenidas se desataban continuamente, representando una forma de exterminio en sí misma. Más allá de que el jefe del Vesubio, el coronel Cacivio, se mostrara en contra de este tipo de abuso “en este lugar no se viola, porque  en este lugar yo busco mantener la vida moral y cristiana. Mataría a quien te violo”, se lo oyó decir frente a una detenida, que había sido tan brutalmente violada que orinaba sangre.
Cacivio era apodado “El Frances” y fue la persona que decidía sobre la vida y la muerte en el Vesubio, era quien  afirmaba “acá yo soy el amo y señor de la vida, así que canta”. La acusación contempla 27 casos de homicidios y 11 casos de abusos sexuales.

Había que destruir por dentro, con la carne no bastaba, era necesario degradar hasta deshumanizar, agudizar la humillación hasta el quebranto, vulnerar todo lo que sea posible vulnerar, con desfigurar los rostros de las mujeres y cubrir de picana y  golpes los cuerpos no alcanzaba, los verdugos debían ir por mas…
“Ustedes son el demoño y por eso las vamos a castigar”, “judía hija de puta que elegís picana o violación?” la voz de la querella detonaba contra los oídos de los presentes. Los testimonios continuaron “si no hablas, va a venir el Oso que es especialista en violación”, “trajeron una jaula con una rata, me la pusieron  en la panza y me dijeron que estaba hambrienta y que si no les daba  un nombre me la iban a meter por la vagina para que me coma por dentro”. Hubo un especial ensañamiento con las mujeres, que en muchos casos sofrieron embarazos y abortos forzados, la violencia sexual era una práctica habitual.
“tenía 12 años, acecinaron a mi madre y me secuestraron. Cuando abusaron de mi estaba transitando mi segunda menstruación”
Los alegatos crudos, soltados por la querella, ocupaban el Salón de Usos Múltiples de los tribunales federales de Comodoro Py 2002, recordando la materialización del espanto perpetrado por el propio Estado Nacional en manos de una dictadura cívico  militar, que combatía eso que  llamaban “la subversión”, mediante tormentos que resultan muy difíciles de emparentar con su tan mentada fe cristiana.

La audiencia fue presenciada por Jorge Watts, sobreviviente del Vesubio, ex militante de Vanguardia Comunista y primer testigo de la querella en los primeros juicios del centro clandestino de detención de La Matanza, en 2010. “Esta es la segunda parte de los juicios del Vesubio y hay una tercera que está en instrucción a cargo del Juez Daniel Rafecas, ahí hay más identificados que aun no están detenidos” marco Watts, quien también afirmo que “ hasta ahora hemos condenado a casi 600 represores, lo que  es muy poco, porque en el país entre el 75 y el 83 funcionaron 600 centros clandestinos de detención, es decir, condenamos a menos de 1 por centro y según nuestras investigaciones hay 20.000 implicados en participación directa, entre fuerzas armadas y fuerzas de seguridad”.

El periplo atravesado por los ex detenidos, sus familiares y los organismos de derechos humanos sufrió numerosos vaivenes durante el transcurso de la democracia, desde los primeros juicios, durante 1983, pasando por las leyes obediencia debida, el punto final y la posterior reapertura de los juicios, a partir de 2003.

jueves, 13 de noviembre de 2014

Inician alegatos de las querellas por los crímenes cometidos en el ccd y e El Vesubio

Minicucci, uno de los jefes del centro de exterminio El Vesubio
Pedido de prisión perpetua para cinco

Cuatro militares retirados y un ex miembro del Servicio Penitenciario Federal están siendo juzgados por secuestros y torturas a más de 200 víctimas que estuvieron en el centro clandestino de detención que funcionó en La Matanza.

 Por Ailín Bullentini

La querella unificada que comparten el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), el equipo jurídico KAOS y los abogados Pablo Llonto y Liliana Mazzea solicitó al Tribunal Oral Federal número 4 que pene con prisión perpetua a cuatro militares retirados y un ex miembro del Servicio Penitenciario Federal por secuestros y torturas cometidos contra más de 200 víctimas en el marco del segundo juicio que se lleva a cabo por delitos de lesa humanidad sucedidos en El Vesubio, centro clandestino de detención que funcionó en La Matanza, corazón del oeste bonaerense. En el alegato también se exigió que se investigue la complicidad del ex capellán del Ejército Emilio Graselli y la comisión de delitos contra la propiedad contemporáneos a las violaciones a los derechos humanos.

“Consideramos que la hipótesis acusatoria que planteamos al requerir la elevación a juicio ha sido corroborada a lo largo del debate: todos los imputados deben ser condenados por delitos de lesa humanidad”, advirtió la querella al iniciar su alegato. La exposición, de más de 100 hojas, recorrió particularidades de algunos entre las decenas de casos representados por la parte, explicó el funcionamiento del centro clandestino y los roles de los imputados en el plan clandestino de represión. Los secuestros, las torturas y tormentos, los delitos sexuales, la discriminación y los homicidios constituyeron una misma “unidad de acción” de los imputados dentro de El Vesubio.

Gustavo Cacivio y Jorge Crespi cumplieron tareas de inteligencia para el Ejército. Crespi, de sobrenombre Teco, fue jefe de esa área en la brigada décima, bajo cuya órbita funcionó El Vesubio, y titular de la Central de Reunión de Información, una base de datos respecto de militantes que unificaba la labor de inteligencia de toda la zona. Cacivio fue jefe del centro clandestino de detención en análisis, pero no fue el único espacio en el que se desempeñó como brazo operativo del terrorismo de Estado durante la última dictadura. Hace un mes fue condenado a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en La Cacha.

Federico Minicucci y Faustino Svencionis fueron jefes de Area del Regimiento III General Belgrano con asiento en La Tablada. Tuvieron, según el alegato, “responsabilidad directa e indelegable de las actividades” que sucedieron en el marco de la por los genocidas llamada lucha contra la subversión. Svencionis falleció el jueves, pero la querella unificada solicitó condena para él en función del “derecho a la verdad de las víctimas”. Néstor Cendón fue nombrado subayudante con funciones en la Dirección General del Cuerpo Penitenciario y mantuvo ese cargo hasta el cierre del centro clandestino. Su alias era Castro. Para todos, la querella pidió prisión perpetua. Además, solicitó que ordene una investigación sobre la responsabilidad de Graselli en lo sucedido en El Vesubio, así como los delitos contra la propiedad. “De los relatos escuchados en el juicio surge que las casas de las víctimas fueron saqueadas, que en muchas oportunidades se quedaron con las propiedades, que pedían dinero a cambio de la liberación de los familiares que finalmente no se producía”, explicaron desde el CELS.

martes, 11 de noviembre de 2014

"Se pudo probar que Haroldo Conti pasó por El Vesubio"

LA RETAGUARDIA

Lo aseguró la fiscal Gabriela Sosti en diálogo con el programa radial Oral Y Público. Sosti culminó el jueves su alegato en este segundo tramo de la causa Vesubio. Allí se juzga a cinco represores por los delitos de lesa humanidad cometidos contra 204 víctimas. La fiscal contó qué dijo en la audiencia y explicó por qué se detuvo especialmente en el caso del escritor Haroldo Conti. Por este sitio macabro también pasaron Raymundo Gleyzer y Héctor Oesterheld.

El juicio que comenzó el 13 de febrero de este año está ingresando en su última etapa. En su alegato, los representantes del Ministerio Público Fiscal, Alejandro Alagia y Gabriela Sosti, pidieron prisión perpetua para los cinco imputados en este tramo de la causa. Se trata del coronel Gustavo Adolfo Cacivio (jefe del centro clandestino), el ex agente penitenciario Néstor Norberto Cendón (que pertenecía al Batallón de Inteligencia 601 del Ejército); Federico Antonio Minicucci y Faustino José Svencionis (ex jefes de área militar); y Jorge Raúl Crespi (ex jefe de la Central de Reunión de Inteligencia, que funcionó en el regimiento de La Tablada). Además los fiscales solicitaron la revocación del arresto domiciliario con el que se encuentra beneficiado Minicucci.

Juzgando a las jefaturas

En diálogo con Oral y Público, la fiscal federal Gabriela Sosti afirmó que estos cinco imputados son apenas un emergente mínimo de lo que fue todo este sistema que todavía no se ha podido terminar de deconstruir: “es un sistema genocida, un proyecto genocida que se manejó a partir de la clandestinidad, por eso somos como arqueólogos trabajando a partir de la hermenéutica, tratando de deconstruir todo eso que sucedió. Lo que ocurre con todas estas causas es que se despliegan a partir de etapas, como si Vesubio hubiese tenido varios momentos, cuando en realidad Vesubio fue un tiempo en particular, la dinámica procesal de la justicia penal hace que haya como tramos Vesubio I, Vesubio II y eventualmente un Vesubio III. Este sería como el Vesubio II donde se juzgan otros represores que co-existieron con los que fueron condenados en el juicio anterior. Lo que logré intentar dar cuenta en este caso es que la instancia Vesubio tuvo que ver con una dinámica global, que no tenía que ver solamente con Vesubio sino con lo que fue la represión en la subzona 11, que incluyó otros centros clandestinos. Vesubio fue apenas un ejemplo de la represión de esa zona que tenía como objetivo destruir y aniquilar a la columna sur de Montoneros”.

Sobre la labor que debe llevar adelante la fiscalía al momento de alegar en un juicio que involucra una causa con tramos anteriores que ya han recibido sentencia, Sosti explicó: “en este juicio, por ejemplo, había que desplegar la misma cantidad de hechos, la misma plataforma fáctica, que en el juicio anterior fue probado. Pero la sentencia de Vesubio I no está firme, esta es una cuestión procesal con lo cual en la medida que una sentencia no esté firme uno tiene que volver a probar. Entonces eso técnicamente hay que volver a trabajarlo”.

De todos modos, la fiscal remarcó que lo que sucedió en este segundo tramo es que se dio otra dimensión simbólica en muchas cuestiones: “se trabajó sobre lo ya construido, sobre lo ya acreditado pero hubo otras cuestiones que acreditar, fundamentalmente la imputación de estos nuevos imputados que tiene una dimensión completamente diferente a los imputados en el juicio anterior, donde se condenaron a los guardias de Vesubio, a la gente que estaba todos los días dentro del centro clandestino controlando la situación de los secuestrados. En este caso, los cinco imputados tuvieron una función completamente diferente dentro del plan genocida, muy distinta al otro juicio, por eso es que este es un juicio muy diferente al anterior, con las mismas víctimas, algunos casos nuevos, pero con una imputación muy diferente porque eran jefes de área, jefes de inteligencia, jefes de centros clandestinos”.

El alegato como creación de sentido

Entre las 204 víctimas cuyos casos fueron elevados a juicio en este tramo, Sosti evocó especialmente el de Haroldo Conti durante su alegato: “en los inicios de los alegatos trato de dar cuenta de qué se trató el genocidio, hacia qué lugares apuntaron. El genocidio tuvo como designio fundamental modificar bases estructurales de la sociedad, económicas, morales, intelectuales, y cargaron contra todos, contra los militantes políticos pero también contra nuestros generadores de cultura. En Vesubio desaparecieron tres sujetos emblemáticos: (Héctor) Oesterheld, (Raymundo) Gleyzer y (Haroldo) Conti. En este juicio fue la primera vez que se pudo probar el caso de Conti dentro de Vesubio. Yo la verdad que no tengo mucha conciencia de cuál fue la repercusión de esto, de que Haroldo Conti fue un caso de Vesubio y quiénes fueron los que se hicieron cargo de la destrucción de lo que significaba Conti. Traté de dedicarme a intentar dar cuenta de quién era Haroldo Conti y de qué se trataba su desaparición. Los juicios orales suelen ser cámara de ecos, no sé qué función ha tenido este juicio, y qué trabajo pude haber hecho yo para que esto tuviera un eco social, porque no sé si mucha gente sabe quién era Haroldo Conti, qué significaba y por qué lo secuestraron. Cuando lo fueron a secuestrar a su casa, a Haroldo Conti le preguntaron por su novela ‘Mascaró, el cazador americano’, sería importante que alguien lo lea, si no lo leyeron, y vea de qué se trata esa novela. Así van a entender la lógica de la represión y a quién perseguían estos sujetos”.

Para Gabriela Sosti, el alegato no es solo un trabajo técnico penal, sino también un espacio de creación de sentido, por lo que -a pesar del tiempo acotado que tiene para explayarse en las audiencias- intenta dar cuenta allí no solo de lo que padeció el compañero secuestrado dentro de un centro clandestino: “todos sabemos que fueron torturados, pero trato de mostrar lo que fue su vida y el aporte que fue haciendo a su sociedad, militando, militando por amor, militando como militaban en ese tiempo, yo traté de dar cuenta de algo de lo que fue Haroldo Conti, no sé si eso puede ser importante para una condena, pero es importante que sea escuchado”.

Fuentes inagotables

Durante la entrevista con Oral y Público, Sosti adelantó que existen elementos para que próximamente se eleve a juicio oral un tercer tramo de la causa Vesubio: “lo que sucede en la etapa de instrucción de estos casos es que quedan demasiadas cosas afuera, y lo que sucede a veces en los juicios orales que tienen la virtud de la inmediación es que aparecen montones de elementos y es necesario que se extraigan testimonios y se investiguen en instrucción, con lo cual es una fuente inagotable. En esta etapa del juicio nos manejamos con 204 víctimas, pero hay muchas más y con el tiempo y a partir de la sucesión de estas causas lo que pasa es que la gente empieza a aportar sus datos, a dar testimonio y estos juicios en algún sentido son inagotables. No tienen plazos, con lo cual puede haber un tercer Vesubio, un cuarto… Por otro lado, esto puede ocurrir también en la medida en que se pueda deconstruir quiénes fueron los represores, porque lo que pasa es que tenemos que estar con una caña de pescar tratando de ubicarlos, no es fácil”.

Sin embargo, la fiscal destacó que es importante que se sepa el espacio simbólico que tienen los juicios por delitos de lesa humanidad como dimensión de construcción de realidad: “sobre todo para las nuevas generaciones; hay datos nuevos que constantemente van apareciendo y que implican la necesidad imperiosa de reconstruir la historia y uno permanentemente se sorprende, y estas causas son reveladoras en ese sentido porque la historia no la conocemos y estos juicios lo que hacen es deconstruir y reconstruir esa historia”.

Tras el alegato de la fiscalía, sigue el turno de las querellas y luego de las defensas, por lo que Sosti cree que es posible que el Tribunal Oral Federal 4, compuesto por los jueces Néstor Costabel, Horacio Barberis y Eduardo Carlos Fernández, dé a conocer el veredicto a mediados de diciembre de este año.

domingo, 14 de septiembre de 2014

Ampliamos acusaciones por homicidios y delitos sexuales

El 4 de septiembre con la querella de Justicia Ya! formulamos la ampliación de acusación contra los  genocidas Gustavo Adolfo Cacivio, Néstor Norberto Cendón, Faustino Svenciones y Federico Minicucci que están siendo juzgados en este segundo tramo del juicio por los crímenes cometidos en el campo de concentración El Vesubio.

El objeto de la presentación es que los genocidas respondan no sólo por los delitos de tormentos y privación ilegítima de la libertad por los que llegaron a la instancia de juicio oral, sino también por los homicidios de 26 compañeros -entre ellos, el de Diego Guagnini, hijo de nuestra compañera Cata Guagnini- y por los delitos sexuales cometidos contra una veintena de compañeras cautivas en el Vesubio. Estos crímenes fueron revelados en el curso del juicio oral a través del testimonio de familiares y sobrevivientes.

La fiscalía, conducida por Alejandro Alagia, solamente amplió por tres homicidios y tres abusos sexuales por considerar que fueron los casos que se ajustan a los requisitos exigidos por el código procesal. Mientras nuestra querella pretende no quitar del universo a ser juzgado los crímenes en los que se tiene conocimiento por haberse hallado los cuerpo o bien porque algún compañero fue testigo del asesinato –porque vio el cadáver de la víctima, por ejemplo- , la fiscalía limita esta posibilidad, aún cuando de sus propios argumentos debió haber ampliado por todos los casos. El planteo de la fiscalía conduce a que el juzgamiento de esos crímenes sea diferido a otro juicio, para el cual habrá que esperar varios años, luego de casi cuatro décadas de impunidad.

La fragmentación surge desde la misma instrucción de los juicios de lesa humanidad. Rafecas, el juez a cargo de la investigación de El Vesubio, no permitió elevar a juicio homicidios que eran conocidos por haber sido recuperados los cuerpos por el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Los tecnicismos empleados por los jueces redundan en una extorsión para los querellantes, familiares y organismos de derechos humanos, ya que la única manera de subsanar esta situación es pedir que no se inicien los juicios porque la instrucción  -la etapa preparatoria- no está completa, lo que dilata más aún los juicios. 

El tribunal Oral Federal N° 4 oyó los fundamentos de las partes y recibirá declaración a los cuatro genocidas. Ahora resta esperar por cuáles casos hará lugar a la ampliación de acusación.

La ampliación de las acusaciones como también evitar que los juicios sigan siendo fraccionados, con instrucciones eternas que afectan los derechos de las víctimas, convidado de piedra del sistema penal y garantiza la impunidad de los genocidas, solo ser revertirá con una decisión política de Estado de proceder a la apertura de los archivos y no solo valerse de el aporte de sobrevivientes, víctimas y organismos de derechos humanos.