LA RETAGUARDIA
Lo aseguró la fiscal Gabriela Sosti en diálogo con el programa radial Oral Y Público. Sosti culminó el jueves su alegato en este segundo tramo de la causa Vesubio. Allí se juzga a cinco represores por los delitos de lesa humanidad cometidos contra 204 víctimas. La fiscal contó qué dijo en la audiencia y explicó por qué se detuvo especialmente en el caso del escritor Haroldo Conti. Por este sitio macabro también pasaron Raymundo Gleyzer y Héctor Oesterheld.
El juicio que comenzó el 13 de febrero de este año está ingresando en su última etapa. En su alegato, los representantes del Ministerio Público Fiscal, Alejandro Alagia y Gabriela Sosti, pidieron prisión perpetua para los cinco imputados en este tramo de la causa. Se trata del coronel Gustavo Adolfo Cacivio (jefe del centro clandestino), el ex agente penitenciario Néstor Norberto Cendón (que pertenecía al Batallón de Inteligencia 601 del Ejército); Federico Antonio Minicucci y Faustino José Svencionis (ex jefes de área militar); y Jorge Raúl Crespi (ex jefe de la Central de Reunión de Inteligencia, que funcionó en el regimiento de La Tablada). Además los fiscales solicitaron la revocación del arresto domiciliario con el que se encuentra beneficiado Minicucci.
Juzgando a las jefaturas
En diálogo con Oral y Público, la fiscal federal Gabriela Sosti afirmó que estos cinco imputados son apenas un emergente mínimo de lo que fue todo este sistema que todavía no se ha podido terminar de deconstruir: “es un sistema genocida, un proyecto genocida que se manejó a partir de la clandestinidad, por eso somos como arqueólogos trabajando a partir de la hermenéutica, tratando de deconstruir todo eso que sucedió. Lo que ocurre con todas estas causas es que se despliegan a partir de etapas, como si Vesubio hubiese tenido varios momentos, cuando en realidad Vesubio fue un tiempo en particular, la dinámica procesal de la justicia penal hace que haya como tramos Vesubio I, Vesubio II y eventualmente un Vesubio III. Este sería como el Vesubio II donde se juzgan otros represores que co-existieron con los que fueron condenados en el juicio anterior. Lo que logré intentar dar cuenta en este caso es que la instancia Vesubio tuvo que ver con una dinámica global, que no tenía que ver solamente con Vesubio sino con lo que fue la represión en la subzona 11, que incluyó otros centros clandestinos. Vesubio fue apenas un ejemplo de la represión de esa zona que tenía como objetivo destruir y aniquilar a la columna sur de Montoneros”.
Sobre la labor que debe llevar adelante la fiscalía al momento de alegar en un juicio que involucra una causa con tramos anteriores que ya han recibido sentencia, Sosti explicó: “en este juicio, por ejemplo, había que desplegar la misma cantidad de hechos, la misma plataforma fáctica, que en el juicio anterior fue probado. Pero la sentencia de Vesubio I no está firme, esta es una cuestión procesal con lo cual en la medida que una sentencia no esté firme uno tiene que volver a probar. Entonces eso técnicamente hay que volver a trabajarlo”.
De todos modos, la fiscal remarcó que lo que sucedió en este segundo tramo es que se dio otra dimensión simbólica en muchas cuestiones: “se trabajó sobre lo ya construido, sobre lo ya acreditado pero hubo otras cuestiones que acreditar, fundamentalmente la imputación de estos nuevos imputados que tiene una dimensión completamente diferente a los imputados en el juicio anterior, donde se condenaron a los guardias de Vesubio, a la gente que estaba todos los días dentro del centro clandestino controlando la situación de los secuestrados. En este caso, los cinco imputados tuvieron una función completamente diferente dentro del plan genocida, muy distinta al otro juicio, por eso es que este es un juicio muy diferente al anterior, con las mismas víctimas, algunos casos nuevos, pero con una imputación muy diferente porque eran jefes de área, jefes de inteligencia, jefes de centros clandestinos”.
El alegato como creación de sentido
Entre las 204 víctimas cuyos casos fueron elevados a juicio en este tramo, Sosti evocó especialmente el de Haroldo Conti durante su alegato: “en los inicios de los alegatos trato de dar cuenta de qué se trató el genocidio, hacia qué lugares apuntaron. El genocidio tuvo como designio fundamental modificar bases estructurales de la sociedad, económicas, morales, intelectuales, y cargaron contra todos, contra los militantes políticos pero también contra nuestros generadores de cultura. En Vesubio desaparecieron tres sujetos emblemáticos: (Héctor) Oesterheld, (Raymundo) Gleyzer y (Haroldo) Conti. En este juicio fue la primera vez que se pudo probar el caso de Conti dentro de Vesubio. Yo la verdad que no tengo mucha conciencia de cuál fue la repercusión de esto, de que Haroldo Conti fue un caso de Vesubio y quiénes fueron los que se hicieron cargo de la destrucción de lo que significaba Conti. Traté de dedicarme a intentar dar cuenta de quién era Haroldo Conti y de qué se trataba su desaparición. Los juicios orales suelen ser cámara de ecos, no sé qué función ha tenido este juicio, y qué trabajo pude haber hecho yo para que esto tuviera un eco social, porque no sé si mucha gente sabe quién era Haroldo Conti, qué significaba y por qué lo secuestraron. Cuando lo fueron a secuestrar a su casa, a Haroldo Conti le preguntaron por su novela ‘Mascaró, el cazador americano’, sería importante que alguien lo lea, si no lo leyeron, y vea de qué se trata esa novela. Así van a entender la lógica de la represión y a quién perseguían estos sujetos”.
Para Gabriela Sosti, el alegato no es solo un trabajo técnico penal, sino también un espacio de creación de sentido, por lo que -a pesar del tiempo acotado que tiene para explayarse en las audiencias- intenta dar cuenta allí no solo de lo que padeció el compañero secuestrado dentro de un centro clandestino: “todos sabemos que fueron torturados, pero trato de mostrar lo que fue su vida y el aporte que fue haciendo a su sociedad, militando, militando por amor, militando como militaban en ese tiempo, yo traté de dar cuenta de algo de lo que fue Haroldo Conti, no sé si eso puede ser importante para una condena, pero es importante que sea escuchado”.
Fuentes inagotables
Durante la entrevista con Oral y Público, Sosti adelantó que existen elementos para que próximamente se eleve a juicio oral un tercer tramo de la causa Vesubio: “lo que sucede en la etapa de instrucción de estos casos es que quedan demasiadas cosas afuera, y lo que sucede a veces en los juicios orales que tienen la virtud de la inmediación es que aparecen montones de elementos y es necesario que se extraigan testimonios y se investiguen en instrucción, con lo cual es una fuente inagotable. En esta etapa del juicio nos manejamos con 204 víctimas, pero hay muchas más y con el tiempo y a partir de la sucesión de estas causas lo que pasa es que la gente empieza a aportar sus datos, a dar testimonio y estos juicios en algún sentido son inagotables. No tienen plazos, con lo cual puede haber un tercer Vesubio, un cuarto… Por otro lado, esto puede ocurrir también en la medida en que se pueda deconstruir quiénes fueron los represores, porque lo que pasa es que tenemos que estar con una caña de pescar tratando de ubicarlos, no es fácil”.
Sin embargo, la fiscal destacó que es importante que se sepa el espacio simbólico que tienen los juicios por delitos de lesa humanidad como dimensión de construcción de realidad: “sobre todo para las nuevas generaciones; hay datos nuevos que constantemente van apareciendo y que implican la necesidad imperiosa de reconstruir la historia y uno permanentemente se sorprende, y estas causas son reveladoras en ese sentido porque la historia no la conocemos y estos juicios lo que hacen es deconstruir y reconstruir esa historia”.
Tras el alegato de la fiscalía, sigue el turno de las querellas y luego de las defensas, por lo que Sosti cree que es posible que el Tribunal Oral Federal 4, compuesto por los jueces Néstor Costabel, Horacio Barberis y Eduardo Carlos Fernández, dé a conocer el veredicto a mediados de diciembre de este año.