“Le contaron a la familia”
El doctor Justo Blanco atendió el parto de la desaparecida Silvia Isabella Valenzi, que estaba secuestrada en el Pozo de Quilmes. La partera y la médica que avisaron a su familia del nacimiento de una niña fueron llevadas a El Vesubio.
Por Alejandra Dandan
El aún es médico especialista en obstetricia. La persona que en 1977 atendió en el Hospital Isidoro Iriarte de Quilmes a una parturienta secuestrada en el Pozo de Quilmes. El hombre que le impidió a un grupo de tareas entrar a la sala de parto, que logró saber que se llamaba Silvia Mabel Isabella Valenzi y las condiciones del secuestro. Que ayudó a nacer a una niña, que denunció lo que sucedió y luego sufrió las consecuencias con la explosión de una bomba en la puerta de su casa. Es el doctor Justo Horacio Blanco. Durante su relato en los Tribunales de Comodoro Py lloró, y les arrancó lágrimas hasta a los guardias.
El caso del hospital de Quilmes es uno de los nudos del juicio oral por los crímenes del centro clandestino de El Vesubio. El 1º de abril de 1977, una patota encabezada por el médico policial Jorge Antonio Bergés llevó a Silvia Mabel Isabella Valenzi a dar a luz por un parto prematuro. Dos empleadas del hospital avisaron clandestinamente a su familia que ella estaba en ese lugar. Eran la partera Genoveva Fratassi y la médica María Luisa Martínez de González; ambas terminaron en El Vesubio. Blanco declaró en el marco de esa causa, como lo había hecho otras veces incluso en los Juicios por la Verdad.
“Ubico el caso y ubico las circunstancias”, respondió dedicadamente al juez Leopoldo Bruglia a cargo del Tribunal Federal Oral Nº 4. “Yo era médico de guardia, obstetra –dijo–. Un lunes entra en la maternidad un grupo de policías encabezado por el médico de policía Bergés, a quien conocía de antes por mi especialidad. Traían una detenida en franco trabajo de parto.”
“Eran las once de la noche, aproximadamente. Bergés se fue de inmediato, quedaron algunos policías que quisieron entrar a la sala de partos y yo me opuse porque es un medio quirúrgico y no correspondía. Extrañamente para esos tiempos, me hicieron caso y pudimos tomarle declaraciones como corresponde para hacer la historia clínica.”
La mujer le dijo entonces quién era, le explicó que estaba “detenida”, con un embarazo de siete u ocho meses. Blanco la revisó, la encontró con ocho centímetros de dilatación. “Le pregunté si había sido torturada y me dijo que sí, y colegimos que debido a esas torturas se adelantó el parto.” Isabella dio a luz una nena de 1,800 kg, ostensiblemente prematura, dijo él, por lo cual la pusieron en Neonatología. “Después la internamos en una sala de puerperio, de inmediato fue acompañada por los policías. Ese día hubo mucho trabajo, no dormimos –explicó–, entonces vi cuando se la llevaban, a las pocas horas, en la caja de una camioneta no identificada.”
Sólo dos o tres personas lo oían desde la parte de atrás de la sala, el espacio destinado a un público que en el caso de El Vesubio suele estar ganado por el vacío. En medio de la nada con dos o tres personas, lloraba una mujer policía. “Dicho hecho sucedió en las primeras horas de la mañana –agregó–, yo mismo le informé por igual al director del hospital y al jefe del Servicio, el doctor Iriarte, ya fallecido, y el doctor Oscar García, también fallecido.”
Blanco tuvo tiempo de decir algo más. “Debido a mis declaraciones anteriores, los represores que por supuesto quedaron me pusieron una bomba que me voló el frente de mi casa; fue 1987, afortunadamente –dijo llorando– no estaban mis hijos ahí.”
Las querellas hicieron pocas preguntas. “Este hecho es el único que hubo en el hospital en el que trajeran a una parturienta, esto va por mi opinión –explicó–, pero creo que la intención era apoderarse de ese recién nacido que necesitaba atención de Neonatología para sobrevivir, porque era un caso delicado, los otros no necesitaban atención especial.”
También habló de las otras dos mujeres. Explicó que conoció a las dos. Dijo que, según sus datos, pocos días después fue detenida Genoveva, cree que en el hospital. “Y el informe que también tengo es que ella y la obstetra se encargaron de informar a la mamá de la chica que ella había tenido un parto en la maternidad.”
¿Que pasó con la beba?, le preguntaron. “La beba es un misterio para mí”, dijo él. “Sé que desapareció, sé también que no hubo certificado de defunción y sé que no hubo cuerpo al que velar. Qué pasó, no lo sé. En algún momento he preguntado a alguna de la gente de Neo de ese tiempo, me dijeron que había fallecido por su misma prematurez, pero no tengo ningún conocimiento que me avale esa afirmación.”
El doctor Justo Blanco atendió el parto de la desaparecida Silvia Isabella Valenzi, que estaba secuestrada en el Pozo de Quilmes. La partera y la médica que avisaron a su familia del nacimiento de una niña fueron llevadas a El Vesubio.
Por Alejandra Dandan
El aún es médico especialista en obstetricia. La persona que en 1977 atendió en el Hospital Isidoro Iriarte de Quilmes a una parturienta secuestrada en el Pozo de Quilmes. El hombre que le impidió a un grupo de tareas entrar a la sala de parto, que logró saber que se llamaba Silvia Mabel Isabella Valenzi y las condiciones del secuestro. Que ayudó a nacer a una niña, que denunció lo que sucedió y luego sufrió las consecuencias con la explosión de una bomba en la puerta de su casa. Es el doctor Justo Horacio Blanco. Durante su relato en los Tribunales de Comodoro Py lloró, y les arrancó lágrimas hasta a los guardias.
El caso del hospital de Quilmes es uno de los nudos del juicio oral por los crímenes del centro clandestino de El Vesubio. El 1º de abril de 1977, una patota encabezada por el médico policial Jorge Antonio Bergés llevó a Silvia Mabel Isabella Valenzi a dar a luz por un parto prematuro. Dos empleadas del hospital avisaron clandestinamente a su familia que ella estaba en ese lugar. Eran la partera Genoveva Fratassi y la médica María Luisa Martínez de González; ambas terminaron en El Vesubio. Blanco declaró en el marco de esa causa, como lo había hecho otras veces incluso en los Juicios por la Verdad.
“Ubico el caso y ubico las circunstancias”, respondió dedicadamente al juez Leopoldo Bruglia a cargo del Tribunal Federal Oral Nº 4. “Yo era médico de guardia, obstetra –dijo–. Un lunes entra en la maternidad un grupo de policías encabezado por el médico de policía Bergés, a quien conocía de antes por mi especialidad. Traían una detenida en franco trabajo de parto.”
“Eran las once de la noche, aproximadamente. Bergés se fue de inmediato, quedaron algunos policías que quisieron entrar a la sala de partos y yo me opuse porque es un medio quirúrgico y no correspondía. Extrañamente para esos tiempos, me hicieron caso y pudimos tomarle declaraciones como corresponde para hacer la historia clínica.”
La mujer le dijo entonces quién era, le explicó que estaba “detenida”, con un embarazo de siete u ocho meses. Blanco la revisó, la encontró con ocho centímetros de dilatación. “Le pregunté si había sido torturada y me dijo que sí, y colegimos que debido a esas torturas se adelantó el parto.” Isabella dio a luz una nena de 1,800 kg, ostensiblemente prematura, dijo él, por lo cual la pusieron en Neonatología. “Después la internamos en una sala de puerperio, de inmediato fue acompañada por los policías. Ese día hubo mucho trabajo, no dormimos –explicó–, entonces vi cuando se la llevaban, a las pocas horas, en la caja de una camioneta no identificada.”
Sólo dos o tres personas lo oían desde la parte de atrás de la sala, el espacio destinado a un público que en el caso de El Vesubio suele estar ganado por el vacío. En medio de la nada con dos o tres personas, lloraba una mujer policía. “Dicho hecho sucedió en las primeras horas de la mañana –agregó–, yo mismo le informé por igual al director del hospital y al jefe del Servicio, el doctor Iriarte, ya fallecido, y el doctor Oscar García, también fallecido.”
Blanco tuvo tiempo de decir algo más. “Debido a mis declaraciones anteriores, los represores que por supuesto quedaron me pusieron una bomba que me voló el frente de mi casa; fue 1987, afortunadamente –dijo llorando– no estaban mis hijos ahí.”
Las querellas hicieron pocas preguntas. “Este hecho es el único que hubo en el hospital en el que trajeran a una parturienta, esto va por mi opinión –explicó–, pero creo que la intención era apoderarse de ese recién nacido que necesitaba atención de Neonatología para sobrevivir, porque era un caso delicado, los otros no necesitaban atención especial.”
También habló de las otras dos mujeres. Explicó que conoció a las dos. Dijo que, según sus datos, pocos días después fue detenida Genoveva, cree que en el hospital. “Y el informe que también tengo es que ella y la obstetra se encargaron de informar a la mamá de la chica que ella había tenido un parto en la maternidad.”
¿Que pasó con la beba?, le preguntaron. “La beba es un misterio para mí”, dijo él. “Sé que desapareció, sé también que no hubo certificado de defunción y sé que no hubo cuerpo al que velar. Qué pasó, no lo sé. En algún momento he preguntado a alguna de la gente de Neo de ese tiempo, me dijeron que había fallecido por su misma prematurez, pero no tengo ningún conocimiento que me avale esa afirmación.”
Todos los militares se estan muriendo y muy lejos de recibir un funeral de honor lo hacen solos y sin pagar un solo crimen que injusto para todos esas almas desaparecidas y sus familiares sin encontrar a sus hijos,padres,maridos,madres y nietos.....basta de genocidas basta de demorar sus juicios porque ellos decidieron cuando y como sus victimas debian morir......."¡¡¡justicia apurece antes que se mueran todos!!!"
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