jueves, 14 de julio de 2011

Condenas para jefes Vesubio, algunos ya muertos.. Genocidio... ni en las consideraciones


Perpetua para los jefes del Vesubio

El Tribunal Oral Federal 4 de la Capital Federal condenó al ex general Héctor Gamen y al ex coronel Hugo Pascarelli por 156 crímenes de lesa humanidad cometidos en el centro clandestino de detención. Cinco agentes penitenciarios recibieron penas de entre 18 y 22 años y serán investigados por seis casos de abuso sexual y violación. Por El Vesubio pasaron, entre muchos otros, el dibujante y creador de El Eternauta, Héctor Oesterheld, el cineasta Raymundo Gleyzer y el escritor Haroldo Conti.

Los jueces Leopoldo Bruglia, Jorge Gorini y Pablo Bertuzzi ordenaron que Gamen y Pascarelli sean detenidos luego de la condena, ya que se encontraban en libertad. El arresto se concretó apenas terminó la audiencia, cuando fueron esposados por personal del Servicio Penitenciario Federal (SPF).

Gamen fue condenado por 22 homicidios calificados por haber sido cometidos con alevosía y por 76 casos de privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, en tanto Pascarelli recibió la pena por tres homicidios y 15 hechos de privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos.

Además, cinco ex agentes del SPF fueron condenados por privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos: Ricardo Martínez fue encontrado culpable por 141 casos y Ramón Erlán por 140, a 20 años y seis meses; Diego Chemes por 140 casos, a 21 años y seis meses; José Maidana por 91 hechos, a 22 años y seis meses, y Roberto Zeolita por 141 casos, a 18 años. El tribunal ordenó que sean investigados por seis casos de abuso sexual y violación y 22 homicidios.

Un octavo imputado, el coronel Pedro Alberto Durán Sáenz -alias "Delta"-, que también fue jefe del centro, murió el pasado 6 de junio impune y en libertad pese a comprobarse que había torturado incluso a embarazadas.

"El Vesubio" funcionó entre abril de 1976 y septiembre de 1978 en un predio del SPF ubicado en Avenida Ricchieri y Camino de Cintura y se calcula que por ese lugar pasaron 1500 personas. Estaba bajo jurisdicción del Primer Cuerpo del Ejército, a cargo del fallecido ex general Guillermo Suárez Mason. El centro comenzó a demolerse a fines de 1978, cuando se esperaba para principios de 1979 la llegada al país de la Corte Interamericana de Derechos Humanos para investigar las denuncias por los delitos de lesa humanidad.
El general retirado Héctor Gamen y ex coronel Pascarelli quedaron detenidos luego que fueran condenados a prisión por 156 crímenes de lesa humanidad, incluidos 22 homicidios cometidos entre 1976 y 1978,
Ambos militares, que fueron jefes del centro clandestino y llegaron en libertad hasta el fin del juicio, fueron condenados junto a cinco ex agentes penitenciarios que estaban detenidos y cuyas penas oscilaron entre 18 y 22 años de prisión.

Un octavo imputado, el coronel Pedro Alberto Durán Sáenz -alias “Delta”, que también fue jefe del centro, murió el pasado 6 de junio impune y en libertad pese a comprobarse que había torturado incluso a embarazadas.

Los penitenciarios condenados, que ingresaron esposados y fueron desengrillados por jóvenes agentes de esa fuerza, son Ramón Antonio Erlán, condenado a 20 años y 6 mses de prisión; José Néstor Maidana, a 22 años y seis meses; Roberto Carlos Zeolitti, a 18 años; Diego Salvador Chemes, a 21 años y seis meses; y Ricardo Néstor Martínez, alias “Pájaro”, a 20 años y seis meses.

Ademas de las privaciones ilegales de libertad y tormentos, los jueces del TOF4 encontraron a los dos militares responsables de 22 homicidios agravados de presos fusilados en Monte Grande en mayo de 1977, algunos de cuyos cuerpos fueron identificados por el Equipo Argentino de Antropología Forense durante los debates.

El veredicto del TOF 4, que integraron los jueces Leopoldo Oscar Bruglia, Jorge Luciano Gorini y Pablo Bertuzzi, fue leído esta tarde tras 17 meses de audiencias en la que testimoniaron medio centenar de sobrevivientes, algunos de ellos presentes en la sala y visiblemente emocionados -algunos con lágrimas en los ojos- al escuchar el fallo.

Se calcula que por el Vesubio, ubicado en Camino de Cintura y Ricchieri bajo dependencia operacional de la Brigada de Infantería Mecanizada X con asiento en Palermo, pasaron 1.500 detenidos-desaparecidos, entre ellos el cineasta Raymundo Gleyzer y el escritor Haroldo Conti.

Según un testimonio brindado en el juicio, el fallecido coronel Durán Saenz encargó a otro desaparecido en este campo de detención y exterminio, el guionista Héctor Oesterheld, una historieta sobre la vida del general José de San Martin en la que el creador de El Eternauta trabajaba al momento de ser “trasladado”, como denominaban los represores a la eliminación física de los detenidos.

En su mayoría eran militantes de las organizaciones Montoneros y Vanguardia Comunista -entre ellos sus dirigentes Elías Semán y Roberto Cristina-, y al menos 16 eran embarazadas que dieron a luz en el Hospital Militar de Campo de Mayo, cinco de las cuales sobrevivieron con sus hijos aunque la mayoría continúan desaparecidas.

En este juicio también fue querellante el Estado alemán, dado que una de las asesinadas era Elizabeth Kasseman, una estudiante de sociología alemana hija del famoso teólogo, cuyo cuerpo fue entregado poco después de su ejecución a la familia por medio de la embajada.

Condenas Vesubio ..... siempre la fiscalía y las partes que ni mencionan GENOCIDIO

martes, 5 de julio de 2011

Represor orgulloso de ser genocida

Ultimas palabras del represor Hugo Pascarelli
“Con la tranquilidad del deber cumplido”

El acusado volvió a hablar de una “guerra” para referirse al terrorismo de Estado y se definió como un “soldado”. Fue jefe del Regimiento 1 de Artillería de La Tablada. El próximo 14 de julio el tribunal dará a conocer la sentencia.

 Por Alejandra Dandan

En las salas de audiencia a veces es difícil entender cuánto de la batalla cultural está ganado. En las sillas destinadas al público de una de las dos salas de los tribunales de Retiro preparadas para las audiencias de los juicios de lesa humanidad, esta vez aparecieron viejos camaradas de armas, la mujer, hijos y tres nietos de uno de los militares acusados por los crímenes de El Vesubio. No escucharon ninguno de las tormentosos relatos de las víctimas, esa insoportable reactualización del infierno. Pero estaban ahí, ahora sí, porque Hugo Idelbrando Pascarelli iba a pronunciarse como si aún fuese coronel del Ejército para decir las últimas palabras.

Una de las concurrentes más jóvenes buscó el modo de acercar un grabador para registrar a quien todo hacía suponer que era su abuelo. El presidente del Tribunal Oral Federal 4 dio comienzo a la audiencia para comunicar que, concluido el debate, se daba paso a las últimas palabras de los imputados. El juez Leonardo Bruglia dio la palabra primero a Héctor Humberto Gamen, ex general de Brigada, el hombre de mayor jerarquía entre los acusados, que tuvo a cargo el área dentro de la cual funcionaba El Vesubio. Gamen decidió no hablar y enseguida tomó la palabra Pascarelli.

“Para mí están en juego mi buen nombre y honor, es la herencia que dejo para toda mi familia: mi esposa, que es mi verdadero baluarte; mis hijos, mis nietos que, después de Dios, son mi fortaleza espiritual”, explicó.

Las querellas y la fiscalía encabezada por Félix Crous dicen desde hace semanas que si es verdad que alguno de los siete imputados tiene algo para decir, algún aporte verdadero, los datos sobre el destino de los desaparecidos o el lugar donde entregaron a uno de los hijos de las detenidas, que lo hagan. Que tienen la ocasión para hacerlo durante el tramo de las últimas palabras. El destinatario específico de ese mensaje es uno de los penitenciarios: “el Sapo” Roberto Zeolitti, quien asegura que desde la recuperación de la democracia está a disposición de la Justicia y a quien las querellas le replican que las únicas cosas que dijo hasta ahora se sabían o estuvieron destinadas a encubrir su rol o el de sus compañeros. Zeolitti tendrá la oportunidad de decir algo la semana próxima, antes del 14 de julio, cuando el tribunal pronuncie la sentencia. Con Pascarelli ninguna de las querellas esperaba demasiado porque siempre negó su poder de incidencia sobre el área. Y ayer volvió a ese argumento.

“Afirmo y digo lo que pienso sin mentir a pesar de que se dijo que yo mentía porque la verdad iba a perjudicarme”, señaló en respuesta a las querellas y al fiscal Crous, que lo acusaron de mentiroso.

Las acusaciones a Pascarelli son del año 1976. Era jefe del Regimiento 1 de Artillería de La Tablada, que dependía del Comando de Operaciones Tácticas con asiento en Palermo –donde estaba Gamen– y un ámbito que luego, cuando las informaciones de inteligencia debieron hacerse de modo más acelerado, se trasladó a ese mismo predio. Pascarelli dijo en la audiencia que El Vesubio no existía en 1976. Y otra vez dijo una mentira: no sólo ya existía, sino que empezó a funcionar un año antes como “La Ponderosa”.

A fin de año de 1976, Pascarelli fue a Estados Unidos a la Escuela de las Américas. Un lugar que describió como la panacea de los hombres del bien, donde su tarea era invitar a personalidades internacionales para exponer criterios sobre distintas perspectivas.

Y dijo: “Nosotros sabíamos la situación que vivía nuestra patria, unos ignoraban su magnitud, otros lo ignoraban para no tener que tomar posición”. Dijo que en ese momento “un enemigo real se levantó en armas contra la Nación”. Y explicó: “Sin atreverme a mentir, cuando me miro en el espejo de la conciencia, éste refleja a un soldado envejecido que cumplió con su deber y está orgulloso de ser soldado argentino, agradecido por haber podido luchar por la libertad de las ideas”.

Como suelen hacer sus pertrechados camaradas de armas, también habló de la guerra, de que lucharon contra “organizaciones que desataron una confrontación en el ámbito urbano y rural”.

En la sala, en tanto, entraron algunos familiares de las víctimas. Caminaron derecho para sentarse entre el público. Pero cuando vieron tantas sillas ocupadas, se detuvieron como sin entender demasiado, hasta que entendieron, les hicieron algún gesto con las manos de esos que se hacen para espantar un mal presagio y buscaron lugares en la parte de atrás.

Pascarelli seguía con los papeles. “Espero el veredicto con la tranquilidad del deber cumplido y siempre aspiré a que en mi patria estuviera el sistema representativo, republicano y federal”, mintió, nuevamente. Cuando todo terminó, Gamen se paró a saludarlo:

–¡Pascarelli! –le dijo con voz de mano–: el general lo saluda y lo felicita.

Un saludo en tercera persona. Como si hablara en nombre de otro. Como aquel gesto del comienzo de Pascarelli que, enredado entre su gente, esperó que pasara uno de los abogados de las querellas y, cuando hubo pasado, con valentía susurró: “¡Este es un hijo de puta!”.

lunes, 4 de julio de 2011

CCD Vesubio: Hablarán los genocidas acusados

El juicio por El Vesubio

El juicio por la represión ilegal en el centro clandestino de detención El Vesubio ingresará hoy en su tramo final cuando el Tribunal Oral Federal 4 escuche las últimas palabras de dos de los ocho procesados. Se trata de los ex militares Héctor Gamen y Hugo Pascarelli, ya que el tercer ex militar, Pablo Durán Sáenz, falleció sin ser condenado.

Gamen y Pascarelli tendrán oportunidad de hablar ante los jueces Leopoldo Bruglia, Jorge Gorini y Pablo Bertuzzi, quienes tienen previsto escuchar a todos los acusados y luego dar fecha para emitir veredicto, que sería la semana próxima. El juicio comenzó en febrero del año pasado y se ventilaron las violaciones a los derechos humanos cometidas en ese centro clandestino por el que fueron juzgados tres militares –entre ellos el fallecido Durán Sáenz– y cinco ex agentes del Servicio Penitenciario en la última dictadura.

En los alegatos que se escucharon en los últimos dos meses tanto la fiscalía como los distintos querellantes pidieron condenas de prisión perpetua para los ex militares Gamen y Pascarelli y de hasta 25 años de cárcel para los ex penitenciarios Ramón Erlán, Diego Chemes, José Maidana, Ricardo Martínez y Roberto Zeolitti. El tribunal optó por escuchar primero a los dos ex jefes militares que quedan con vida –Gamen y Pascarelli– y luego a los penitenciarios antes de emitir su veredicto.

El Vesubio estuvo ubicado en Camino de Cintura y Riccheri, en el partido de La Matanza, y dependía del Primer Cuerpo del Ejército, y en el juicio se repasaron 157 hechos de detenciones ilegales y asesinatos.

A lo largo de más de un año de audiencias declararon unos 300 testigos, entre ellos muchos sobrevivientes que dieron cuenta de las violaciones sufridas por las secuestradas, las torturas y tormentos y privaciones ilegales de la libertad.

Por ese centro clandestino pasaron, entre muchos otros, el dibujante y creador de El Eternauta, Héctor Oesterheld, el cineasta Raymundo Gleyzer y el escritor Haroldo Conti.